¿Alguna vez has conocido a alguien que habla con total seguridad sobre un tema, pero claramente no tiene idea de lo que está diciendo? Este fenómeno tiene un nombre: el efecto Dunning-Kruger. Se trata de un sesgo cognitivo que hace que las personas con poca habilidad o conocimiento en un área sobreestimen sus capacidades, mientras que los verdaderos expertos tienden a subestimarse. En América Latina, este efecto se manifiesta de formas peculiares, desde el sabelotodo de la oficina hasta el conductor que cree dominar las calles a pesar de sus constantes errores.

Foto por Dmytro Oliinyk en Unsplash
¿Qué es el efecto Dunning-Kruger?
El efecto Dunning-Kruger describe una paradoja psicológica donde las personas con menos competencia en un área son las que más confianza muestran en sus habilidades. Imagina a un estudiante que saca la peor nota en un examen pero está convencido de que merecía un sobresaliente. O al compañero de trabajo que nunca ha liderado un proyecto pero se ofrece voluntario porque cree que lo hará mejor que nadie.
Este fenómeno ocurre porque, para reconocer nuestra propia incompetencia, necesitamos tener al menos un nivel básico de conocimiento sobre el tema. Sin ese mínimo entendimiento, simplemente no podemos ver nuestros errores. Es como intentar detectar faltas de ortografía en un idioma que no dominas: si no sabes las reglas, todo te parecerá correcto.
Origen del fenómeno
Los psicólogos David Dunning y Justin Kruger de la Universidad de Cornell identificaron este patrón en 1999. Realizaron experimentos donde evaluaban las habilidades de las personas en áreas como gramática, lógica y humor, y luego les pedían que estimaran su desempeño. Los resultados fueron reveladores: los participantes en el cuartil inferior de rendimiento sistemáticamente sobreestimaban sus capacidades, a veces por amplios márgenes.
Lo interesante es que este efecto no se limita a áreas académicas. Se ha observado en deportes, conducción de vehículos, habilidades artísticas e incluso en la percepción de nuestra propia popularidad. ¿Por qué persiste este engaño autoimpuesto? En parte porque el cerebro humano prefiere una imagen coherente de sí mismo, aunque sea falsamente halagadora, antes que enfrentar la incómoda verdad de nuestras limitaciones.
Cómo se manifiesta en América Latina
En nuestra región, el efecto Dunning toma formas particulares, influenciadas por factores culturales como el machismo, el clasismo y cierta tendencia a valorar más la seguridad que la competencia real. Veamos algunos ejemplos cotidianos.
En la política
Las campañas electorales latinoamericanas están llenas de candidatos que prometen soluciones simples a problemas complejos, convencidos de que pueden arreglar décadas de problemas estructurales con unas cuantas medidas. Muchos carecen de formación en economía o administración pública, pero su confianza inquebrantable les gana seguidores. ¿Cuántas veces hemos visto a un político improvisado convertirse en ministro de un área que no conoce, solo para hundirla aún más?
En el ámbito laboral
Las oficinas latinoamericanas tienen su cuota de colegas que hablan con autoridad sobre temas que apenas comprenden. Desde el jefe que insiste en métodos obsoletos porque «siempre se ha hecho así», hasta el recién llegado que critica procesos que no entiende. En entornos donde la jerarquía importa más que el mérito, este fenómeno se intensifica. ¿No es frustrante cuando alguien asciende por su labia más que por sus resultados?
En redes sociales
Las plataformas digitales son el paraíso del efecto Dunning. Expertos autoproclamados en salud diseminan remedios peligrosos, economistas de café diagnostican crisis nacionales con cuatro datos, y todo el mundo parece tener una opinión doctoral sobre vacunas, cambio climático o relaciones internacionales. La combinación de desconocimiento y audacia puede ser especialmente dañina cuando estas opiniones se viralizan.
Cómo superar este sesgo
Reconocer nuestras propias limitaciones es el primer paso. Algunas estrategias útiles incluyen:
- Buscar retroalimentación honesta de personas competentes en el área
- Aprender continuamente – cuánto más sabemos, más conscientes somos de lo que nos falta
- Cuestionar nuestras certezas – ¿realmente sabemos lo suficiente para tener una opinión formada?
- Rodearse de gente que sabe más que nosotros en diferentes áreas
Las culturas que valoran la humildad intelectual suelen tener menos problemas con este sesgo. En Japón, por ejemplo, existe el concepto de «beginner’s mind» (mente de principiante) que enfatiza la importancia de reconocer lo que no sabemos.
Consecuencias del efecto Dunning-Kruger
Este fenómeno no es solo una curiosidad psicológica. Tiene impactos reales en la sociedad:
- Profesionales incompetentes ocupan puestos clave por su exceso de confianza
- Se toman malas decisiones basadas en información errónea
- Se desprecia el conocimiento experto en favor de opiniones superficiales
- Se perpetúan mitos y desinformación
En el peor de los casos, puede costar vidas. Imagina a un médico que sobrestima sus habilidades quirúrgicas, o a un ingeniero que ignora normas de seguridad porque cree saber más que los estándares internacionales. El exceso de confianza combinado con incompetencia es una mezcla peligrosa.
El antídoto contra el efecto Dunning-Kruger es cultivar la humildad cognitiva: reconocer los límites de nuestro conocimiento y estar siempre dispuestos a aprender. Como decía Sócrates, la verdadera sabiduría está en saber que no sabemos.