El romance ha evolucionado drásticamente a lo largo de los siglos, y muchas de las prácticas que nuestros antepasados consideraban normales hoy nos resultarían extrañas o incluso absurdas. Explorar estas costumbres románticas del pasado no solo es fascinante, sino que también nos ayuda a entender cómo las relaciones humanas han cambiado en respuesta a factores culturales, económicos y sociales.

El cortejo supervisado: cuando el amor era un asunto comunitario
En la Europa del siglo XVIII y XIX, el cortejo rara vez era un asunto privado. Las jóvenes eran acompañadas por chaperonas en todas sus interacciones con pretendientes potenciales. En algunas regiones de Estados Unidos, existía la práctica del «bundling», donde las parejas se acostaban juntas vestidas, separadas por una tabla de madera, mientras los padres vigilaban desde otra habitación. ¿Te imaginas intentar intimar bajo esas condiciones?
Esta supervisión constante reflejaba la importancia del honor familiar y el temor a los escándalos sociales. Las cartas de amor eran a menudo leídas primero por los padres antes de llegar a su destinatario, y los regalos debían ser aprobados por la familia.
Los lenguajes secretos del amor
Antes de que existieran las apps de citas, nuestros antepasados desarrollaron ingeniosos sistemas para comunicar sus sentimientos de manera discreta. En la época victoriana, el lenguaje de los abanicos era toda una ciencia: moverlo con la mano izquierda significaba «deseo conocerte», mientras que dejarlo caer abruptamente equivalía a un rechazo.
Las flores también tenían su propio vocabulario. Un ramo de rosas amarillas podía indicar celos, mientras que las margaritas transmitían inocencia. En algunas culturas asiáticas, el intercambio de naranjas entre jóvenes solteros durante el Año Nuevo Lunar era una forma sutil de expresar interés romántico.
Rituales de emparejamiento que hoy parecerían extremos
Algunas culturas tenían prácticas que hoy consideraríamos radicales. En la antigua Esparta, los hombres solteros eran humillados públicamente hasta que encontraban pareja. En ciertas tribus africanas, las mujeres jóvenes eran secuestradas ritualmente por sus pretendientes como parte del proceso de cortejo.
En la América colonial, existía la tradición del «spinning bee», donde las mujeres solteras demostraban sus habilidades domésticas hilando lana mientras los hombres las observaban, evaluando sus cualidades como futuras esposas. ¿Cuántas relaciones modernas sobrevivirían a este tipo de pruebas públicas?
El papel cambiante del matrimonio
Durante siglos, el matrimonio fue principalmente una alianza económica y social. En la antigua Roma, los padres arreglaban los matrimonios cuando los futuros cónyuges eran apenas niños. En la Europa medieval, los nobles usaban los enlaces matrimoniales para consolidar poder político y territorial.
No fue hasta el siglo XVIII que el concepto de matrimonio por amor comenzó a ganar popularidad, aunque incluso entonces las consideraciones prácticas seguían siendo prioritarias para la mayoría. La idea de que el romance debería ser la base principal del matrimonio es, históricamente hablando, bastante reciente.
Cartas de amor: el arte perdido de la correspondencia romántica
En una era anterior a los mensajes de texto y las redes sociales, las cartas de amor eran el principal medio de comunicación entre enamorados. Lo que hoy resolveríamos con un emoji, requería páginas de cuidadosa caligrafía y poesía. Napoleón Bonaparte escribió más de 75,000 palabras de cartas de amor a su esposa Josefina.
Estas misivas no solo expresaban sentimientos, sino que eran verdaderas obras de arte. Eran un tipo de costumbres románticas que se perfumaban, se sellaban con cera y a veces incluían mechones de pelo o flores prensadas. La correspondencia entre Robert Browning y Elizabeth Barrett es considerada una de las más bellas de la literatura inglesa.
Lo que estas costumbres románticas nos enseñan sobre el amor
Estas costumbres románticas olvidadas revelan cómo el concepto de amor ha estado siempre en constante evolución. Mientras que hoy valoramos la espontaneidad y la autenticidad, nuestros antepasados priorizaban la discreción, el ritual y la aprobación social.
Quizás lo más interesante es observar cómo, a pesar de las diferencias culturales e históricas, el deseo humano de conexión y afecto permanece constante. Las formas cambian, pero la esencia del romance – esa mezcla de nerviosismo, esperanza y emoción – sigue siendo sorprendentemente similar a través de los siglos.
Para quienes deseen explorar más sobre la historia del amor, el libro «A History of the Wife» – no es enlace de afiliación – ofrece una perspectiva fascinante sobre cómo han evolucionado las relaciones conyugales así como todas esas costumbres románticas que han ido perdiéndose a lo largo de la historia.