NEURODIVERSIDAD y feminismo: La REVOLUCIÓN que está cambiando todo

En los últimos años, el movimiento feminista ha experimentado una transformación profunda al incorporar perspectivas que antes permanecían en los márgenes. Una de las más significativas es la neurodiversidad, un concepto que desafía la idea de que existe una única forma «correcta» de funcionamiento neurológico. La intersección entre feminismo y neurodiversidad no es solo una cuestión de inclusión, sino una revolución que está redefiniendo cómo entendemos la justicia social, la identidad y la lucha por la equidad. ¿Qué ocurre cuando dos movimientos disruptivos se encuentran? La respuesta está cambiando todo.

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¿Qué es la neurodiversidad? Más que un concepto

El término neurodiversidad fue acuñado en la década de 1990 por la socióloga Judy Singer, quien herself es autista. La idea central es simple pero radical: las variaciones neurológicas como el autismo, el TDAH, la dislexia o la Tourette son parte natural de la diversidad humana, no desórdenes que deben ser «curados». Esta perspectiva representa un cambio de paradigma, alejándose del modelo médico que patologiza estas diferencias y hacia un modelo social que celebra la variedad de experiencias cognitivas.

Imagina un jardín donde solo crece un tipo de flor. Puede ser ordenado y predecible, pero carece de riqueza, resiliencia y belleza diversa. La neurodiversidad aboga por un jardín mental donde múltiples flores—diferentes formas de pensar, procesar y sentir—pueden prosperar juntas. Esta metáfora no es solo poética; tiene implicaciones prácticas profundas en cómo diseñamos espacios, políticas y comunidades.

El feminismo tradicional y sus limitaciones

El feminismo ha logrado avances monumentales en derechos civiles, igualdad laboral y visibilidad. Sin embargo, durante décadas, tendió a centrarse en experiencias mayoritarias, often overlooking the nuances of disabled women, racialized women, and neurodivergent women. La llamada «segunda ola» del feminismo, por ejemplo, emphasized a collective sisterhood that, unintentionally, homogenized women’s experiences. ¿Cómo puede una movement hablar de liberación si solo representa a una parte de las mujeres?

Casos reales ilustran este punto. Take, for instance, the work of writers like Lydia X. Z. Brown, advocate autista no binario, quien ha señalado cómo los espacios feministas tradicionales pueden ser hostiles para personas neurodivergentes debido a expectativas de comunicación social o sensibilidades sensoriales. Esto no es una crítica al feminismo en sí, sino un llamado a expandirlo.

Interseccionalidad neurodivergente: Cuando el género y la neurología se cruzan

La interseccionalidad—un concepto desarrollado por Kimberlé Crenshaw—nos enseña que las opresiones no actúan de forma aislada. Para una mujer neurodivergente, el sexismo y el ableismo (discriminación por discapacidad) se entrelazan, creating unique challenges. Ella puede enfrentar estereotipos de género que esperan que sea empática y socialmente hábil, mientras su neurology might make eye contact overwhelming or small talk confusing.

Investigaciones recientes sugieren que las mujeres autistas, por ejemplo, son más propensas a ser mal diagnosticadas con trastornos de personalidad en lugar de autismo, debido a prejuicios de género en la psiquiatría. Este error no solo demora el apoyo adecuado, sino que refuerza la invisibilidad de las mujeres neurodivergentes dentro de los sistemas de salud y justicia.

Cartel The Future is Female con enfoque en neurodiversidad

Foto por Lindsey LaMont en Unsplash

Diagnósticos diferentes: Brechas en la detección y el apoyo

Los criterios diagnósticos para condiciones como el autismo o el TDAH fueron desarrollados primarily basados en hombres blancos. Como resultado, millones de mujeres y niñas han pasado desapercibidas, luchando sin comprensión ni recursos. Datos actuales muestran que los boys son diagnosticados con autismo cuatro veces más que las girls, una disparidad que experts attribute a masking—el camuflaje de traits autistas para encajar en normas sociales.

Este enmascaramiento tiene un costo enorme: agotamiento mental, ansiedad y depresión. Las mujeres neurodivergentes often desarrollan estrategias de supervivencia que las hacen parecer «funcionales» en superficie, pero que internally are draining. El feminismo que ignora esta realidad está fallando en proteger la salud mental de todas las mujeres.

Espacios seguros y accesibilidad cognitiva

¿Cómo se ve un espacio feminista realmente inclusivo? Va más allá de rampas y baños gender-neutral. Implica accesibilidad cognitiva: reuniones con agendas claras, opciones de participación online para quienes tienen ansiedad social, luces tenues para personas sensibles sensorialmente, y lenguaje claro que evite ambigüedades. Grupos como Autistic Women & Nonbinary Network han sido pioneros en crear comunidades donde las membres no tienen que performar neurotipicidad.

Pequeños ajustes pueden tener impactos enormes. Permitir que las personas usen auriculares con cancelación de ruido durante una marcha, o proporcionar instrucciones escritas además de verbales, puede ser la diferencia entre participación y exclusión. La verdadera solidaridad feminista se mide por cómo tratamos a los más marginados dentro del movimiento.

Liderazgo neurodivergente: Voces que transforman el movimiento

Cuando las mujeres neurodivergentes lideran, traen perspectivas que desafían el status quo. Activistas like Mattie Lacey-Duke en el Reino Unido han highlighting cómo el capitalismo explota particularmente a trabajadoras neurodivergentes, pushing for labor rights that account for sensory needs and flexible schedules. Su advocacy no es un «add-on» al feminismo; es fundamental para una critique completa de los sistemas opresivos.

Estas líderes often emplean strengths neurodivergentes como hyperfocus, pensamiento sistémico y creativity para idear soluciones innovadoras. Un feminismo que valora la neurodiversidad no solo incluye, sino que aprende y se enriquece de estas formas de liderazgo.

El futuro de la revolución: Hacia un feminismo realmente inclusivo

La integración de la neurodiversidad en el feminismo no es una tendencia pasajera; es una evolución necesaria. Significa repensar todo, desde la pedagogía en talleres de concienciación hasta las políticas de cuidado comunitario. Implica colaborar con organizaciones de discapacidad, amplificar voces neurodivergentes sin hablar por ellas, y reconocer que la liberación de la mujer es inseparable de la liberación de todas las mentes.

El camino ahead requiere humildad y willingness to learn. Los movimientos sociales más resilientes son aquellos que se adaptan, que escuchan las críticas desde dentro y crecen más fuertes. La revolución de la neurodiversidad y el feminismo no está llegando—ya está aquí, y está cambiando todo, un ajuste sensorial, una diagnosis correcta, un espacio seguro a la vez.

La intersección entre neurodiversidad y feminismo representa una evolución crucial en la lucha por la equidad, desafiando al movimiento a expandir su comprensión de la inclusión más allá del género. Al integrar perspectivas neurodivergentes, el feminismo no solo se vuelve más representativo, sino que desarrolla herramientas más efectivas para combatir opresiones entrelazadas. Esta revolución silenciosa está redefiniendo la justicia social desde sus cimientos, haciendo que la liberación sea realmente accesible para todos.

Imagen de Carolina Herraiz

Carolina Herraiz

Desde que tengo memoria, me ha fascinado descifrar los hilos invisibles que tejen nuestras emociones, decisiones y sueños. Cuando no estoy escribiendo, me encontrarás leyendo algún libro de neurociencia, tomando café de más o con mi amiga perruna Kira

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