La educación emocional con perspectiva de género durante la adolescencia resulta esencial para desarrollar generaciones más igualitarias y emocionalmente saludables. Este enfoque desafía estereotipos dañinos y amplía el repertorio emocional de jóvenes, permitiéndoles expresarse auténticamente sin límites de género. La implementación requiere estrategias prácticas en hogares, escuelas y comunidades, junto con una evaluación continua que asegure su efectividad transformadora.