Las personas altamente sensibles poseen un sistema nervioso que procesa la información de manera más profunda, otorgándoles una empatía excepcional y la capacidad de detectar matices imperceptibles para otros. Aunque enfrentan desafíos como la sobrestimulación y la incomprensión social, aprender a gestionar esta característica permite transformarla en una ventaja significativa para la creatividad, las relaciones y el bienestar emocional. Reconocer y valorar esta cualidad única es el primer paso hacia su aprovechamiento como una